Lo que pasa por la cabeza de una novia camino al altar
Que los nervios no te ganen. En estos 7 pensamientos encontrarás además una guía para saber qué hacer cuando lo pienses, retomes tu tranquilidad y sigas luciendo el vestido de novia con una bella, feliz y radiante sonrisa en tu rostro.
Las mujeres estamos acostumbradas a sentir un sin número de emociones. Nuestro ciclo femenino nos obliga a vivirlo cada mes, pero no por eso deja de ser algo incomprensible e incontrolable en ocasiones. Decidir un buen peinado de novia que mejor vaya con el maquillaje o la decoración de uñas para matrimonio, suele ser un momento de caos si estamos en días complicados. Lo cierto es que esa variación emocional nos hace únicas, especiales e impredecibles. Ese día, el que tanto esperabas para lucir ese hermoso vestido de novia, es normal que tu mente quiera crear y desfigurar de nuevo la realidad. Así que, como “mujer prevenida vale por dos”, en los siguientes 7 pensamientos que toda novia suele tener camino al altar, te daremos unos consejitos para que retomes tu tranquilidad y puedas vivir alegre y dichosa el día de tu matrimonio.
1. “¿El vestido que elegí se me verá bien?”
Así hayas invertido un mes entero consultando catálogos de vestidos de novia hasta por fin encontrar el tuyo, para que te prepares, ese día el vestido generará un sin número de pensamientos y uno de ellos será si definitivamente era el ideal para tu figura. Hay días en que uno se levanta y la ropa no le queda igual, eso es seguro. Sin embargo, creemos que así mismo lo perciben los demás, pero no es así. La ropa sigue siendo la misma y tu figura apuesto que está en su mejor momento. Estás feliz y la felicidad embellece. Si piensas esto, sé consciente que lo que busca tu mente es aprobación de los demás a un gusto y aprobación que solo te corresponde a ti. Si ese fue el vestido que elegiste es porque lo amaste cuando te lo viste y al probártelo tu belleza resplandeció. Tu amor y dedicación estuvo en cada momento de tu planeación así que ese vestido no es la excepción. Busca en tu interior y recupera de nuevo el valor por el cual ahora es tu vestido. Y si no es suficiente, da un pequeño desfile de pasarela a las damas de honor y a tu madre, para que ellas se encarguen de subirte el ánimo de nuevo.
2. “¿Estaré caminando muy rápido o lento?”
Caminar hacia el altar puede sumarse a la ansiedad de llegar rápido para dejar de sentir todas las miradas sobre ti o bien el temor a no caerte mientras todos te ven. Por eso, puede que camines más lento o más rápido de lo normal. Lo mejor que puedes hacer es recordar que ese momento es tuyo y que estás ahí es para disfrutarlo, no para caminar como debes según un parámetro creado temporalmente en tu cabeza para ayudarte a salir de la presión. Mira los ojos de tu esposo, mira los ojos de tu acompañante, recuerda todo el amor que te está rodeando y tranquila que tus zapatos y vestido de novia 2018 son perfectos para caminar con el estilo y la cadencia que te distingue.
3. “¿Estaré haciendo lo correcto?”
No te alarmes. La mayoría de las novias (por no decir que todas) han pensado esto al menos una vez el día de su matrimonio. Y, ¿sabes qué? Es muy normal. No es que estés poniendo en duda tu decisión, sino que por el contrario dejas en evidencia que tu sentimiento es muy fuerte e importante para ti que quieres que sea perfecto. Lo que sucede es que el cansancio acumulado luego de noches enteras decidiendo cada detalle como los arreglos florales de boda, suele generar grados elevados de tensión donde la ansiedad, nerviosismo y temores aumentan, desfigurando la realidad. Lo mejor que puedes hacer es irte de spa unos días antes o incluirlo en el itinerario de la preboda. Puedes irte con tus damas de honor, con una amiga muy cercana o incuso con tu mamá si lo deseas, para que tranquilices tu mente, hables de otros temas, te consientas y al final te desconectes de esa carga del momento.
4. “Oh, por Dios. Llegó el gran día”
Especialmente cuando te levantes o cuando ya te estén dando los retoques en el peinado elegante, probablemente lo primero que vendrá a tu mente será ¡llegó el día! Las sensaciones más dispersas e incomprensibles comenzarán a llenar tu interior, haciendo que tu corazón se acelere mucho más. Lo mejor es que te tomes una bebida aromática al despertar, de esas que tranquilizan o ayudan con la indigestión, y si eres muy nerviosa no dudes en echarle unas gotitas de valeriana. Ha sido tanto lo que has recorrido en búsqueda, planeación y elección que cuando llega por fin el día pareciera que fuera algo irreal. Sé consciente, tú ya estás en ruta. Te vas a casar y de seguro fue una de las decisiones más felices y completas que nunca antes hayas tomado. No te esmeres en tratar de explicar con palabras lo que sientes ni trates de encasillarlo en una descripción. Vívelo, siéntelo y respira porque es verdad, te vas a casar y ya estás camino al altar. Mira al cielo y dale gracias a la deidad en la que crees y sonríe.
5. “¿Lloro o no lloro?”
Al sonar la canción, esa que elegiste como entrada nupcial, seguramente algo en tu interior comenzará a bailar. Dependiendo tu personalidad, la emoción será tan incontrolable que puede hacerte sentir ganas de llorar. La verdad es que muchas novias se contienen por temor a que el maquillaje se deteriore, pero no hay nada mejor para desahogar emociones. Algunas lagrimitas que dejes salir no son para nada inadecuadas y, de hecho, si lo haces, puede que contagies a tu novio y entonces ambos se llenarán de una gran emoción que descubrirán más su sentimiento. El amor los unirá y recordarán ese momento como uno de los favoritos. Acompañado por un mensaje de amor para el esposo para cautivar su corazón, se convertirá en un acto muy emotivo.
6. “¿Si irá a funcionar?”
Hay algo cierto y es que cuando te vas a casar esperas que sea para siempre. La presión de los ideales y mandatos sociales de un matrimonio feliz asegura que no se puede llorar de tristeza si estás casándote con el hombre indicado. ¡Atención! Eso es mentira. Un matrimonio es una relación entre dos personas diferentes que quieren convivir con sus similitudes y diferencias. No se trata de siempre estar sonriendo sino hacerlo todo juntos: reír, llorar, enojarse, discutir, amar, experimentar. Si te preguntas esto camino al altar, dite a ti misma: claro que sí funcionará, porque ya ha funcionado el tiempo que han vivido como novios y además bajo cualquier circunstancia, ambos estarán dispuestos a tener una gran comunicación para que encuentren ese punto medio en que los dos ganan, pero también ambos ceden.
7. “¿Qué tanto cambiará mi relación después de casarnos?”
Muchas parejas suelen dar su testimonio posboda y solemos hacer conjeturas conforme a lo que los demás han experimentado. Bueno, este pensamiento también es uno de esos que solo llega a tu mente para desestabilizarte, cae en la cuenta que tu futuro esposo y tú, son muy distintos a lo que conoces a tu alrededor, sin olvidar que cada ser humano es muy distinto al otro y cada experiencia no se repite en las mismas condiciones. Si estás aquí con él no es solo por esa bella argolla de matrimonio que intercambiarán; es por todo lo que han vivido juntos. Las vivencias como pareja son mucho más fuertes que cualquier prejuicio, entonces no caigas en ese error de compararte. Nada cambiará, ambos seguirán siendo los mismos novios de antes, solo que ahora estarán casados y con un anillo de compromiso.
Al terminar de leer este artículo serás mucho más consciente que no eres la única novia que piensa este tipo de cosas. Todo va salir bien, para eso han estado trabajando juntos a lo largo de los meses para decidir la decoración de salón para matrimonio, la música de la fiesta o sus tarjetas de matrimonio. De modo que, ¡tranquila! verás que recobrarás tu punto de equilibro más rápido de lo que dices un “sí, acepto”.