Somos una tribu que disfruta de la improvisación, de la fluidez, de ser como el aire y dejarse llevar por los sentidos.

Podría ser una paradoja contradictoria, eso de no estar sujetos a un plan, de no tener un checklist, de no estar sometidos a una estructura rígida; sin embargo, allí está nuestra potencia: estalla toda nuestra poesía cuando estamos libres de ataduras, de caminos trazados, de rutas establecidas. Esparcimos nuestra belleza artística cuando exploramos lo que va sucediendo y lo registramos, como quien encaja sin mucho esfuerzo. Amamos el first look, para que puedan disfrutarse la fiesta, el coctel, la compañía y para que las fotos reflejen expresiones genuinas, auténticas.

A la final, lo importante es eso: saborearse el día, la noche, los besos y los abrazos y olvidarse que hay una cámara detrás o al lado.

Después habrá tiempo para repasar cada momento,

para sorprenderse por lo que logró nuestro equipo.

Aceptamos que nuestro estilo tiene algo de fotoperiodismo, si aquello se refiere a documentar sin mucha pose y sin mucha ficción, pero también —con las novias más arriesgadas— nos atrevemos a ser más conceptuales, artísticos o editoriales.
Nuestras fotos son una combinación de esas tres perspectivas:

soltura, reportería y creatividad.

El color también es un asunto relevante. Durante muchos años Juli se dedicó a editar cada foto, explorando y creando algo que la identificara y de esta manera encontró su propia tonalidad, que marca la diferencia, con un estilo propio y único.

Regresemos a la improvisación. No es que no creamos en lo que se planea, si no que elegimos lo que surge, lo que brota: como el origen de un río.

​Así es nuestro amor por la fotografía, libre y en movimiento.

También es esa nuestra apuesta: la de escapar de moldes, la de huir de certezas, la de inventar nuevas formas. En tiempos donde todos nadan con la corriente, en JF team preferimos ser salmón: como nuestra pequeña revolución, como nuestro recuerdo imborrable, como nuestra victoria terrenal.