El matrimonio de David y Deissy Carolina en Bogotá, Bogotá DC
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20 Nov, 2021La crónica de nuestro matrimonio
20 de noviembre de 2021... Si tú lo deseas, puedes volar… Siempre ha sido mi premisa, desde aquel día, que escuché esa canción, la cual sería entonada en pocas horas, porque mi matrimonio estaba por cumplirse. Ciertamente, dicen que la novia debe descansar el día antes de su boda, pero en realidad dormí solamente 1 hora, ya que la ansiedad y la terquedad para que las cosas salieran en su totalidad en excelentes condiciones, además de pensar como me vería con el vestido (si, queridos y queridas, no me lo quise ver puesto, sino hasta el día de mi boda) eran los pensamientos continuos… Sonó la alarma del teléfono, eran las 6 a.m., era tiempo de iniciar con los preparativos… Una ducha fría, de esas que te permiten enfocarte, estar tonificada y poder espantar un poco el cansancio, me permitieron correr donde mi estilista y mi manicurista, que hicieron un trabajo espectacular en verme como toda una princesa y poder combinar los dos colores elegidos para la boda (azul rey y rosa) y de allí de vuelta a casa de mi madrina a terminar con el maquillaje que espectacularmente ella me supo hacer y por fin, vestir mi hermoso vestido, ese, que con amor, trasnocho, algunas rabietas e ilusión, se encarnaba en mi cuerpo y me transformaban en la novia que era en esa mañana; estando listo, nos fuimos hacia la hacienda, pero ya íbamos tarde, la ciudad estaba un caos…
Seguir leyendo »No les niego, me estresé en el auto, iba con el corazón en la mano porque detesto llegar tarde (la ceremonia iniciaba a las 10 a.m., y eran las 10:15), pero mi bella madrina me dijo, con su tono jocoso, pero bien intencionado “relájate, la fiesta no empieza hasta que la novia llega, y aún hay tiempo”. Respiré, me coloqué mis accesorios y en aquel relicario, con la foto de mi padre, le pedí a él y a Dios que me llenara de paz, ya que era mi día soñado y no podía hacerme a mi misma un daño al estar pensando en muchas variables de catástrofe que ni siquiera iban a pasar…
Faltando poco para llegar, llamé a mi mamá, quien me contestó algo apurada y le dije: estoy llegando, que vayan terminando de acomodar todo (sí, es curioso que no haya estado con mi madre, pero realmente por gestión el evento y por otras cosas, se decidió que fuera así, además que, realmente, quería ser una total sorpresa para toda mi familia). El carro ingresó al evento, y todos me vieron salir del auto (excepto quien es hoy mi esposo); las flores de la hacienda Amevea estaban abiertas y rozagantes, la luz del sol hizo resplandecer el blanco de las telas e hizo magnificar el brillo tornasolado y de colorines de mis accesorios, pero lo más hermoso fueron mis mariposas; ¿por qué mariposas?, pues estimados lectores, la canción del estribillo con el que inicie este relato se llama “Butterfly”, y ella, fue mi entrada nupcial para recibir a mi esposo… fue un momento tan mágico y único, que sé que mi padre y el cantautor de dicha canción pudieron observar la felicidad expuesta en mi rostro, y la fuerza para evitar llorar por todo lo que se me mueve en mi ser cada vez que la escucho…
Primero, entraron nuestras damas y caballeros de honor; luego, caminé hacia mi esposo de la mano de mi madre -quien estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para no llorar-, me entregó las flores y yo su boutonniere, me tomó de la mano, intentando no conmoverse (sí, estaba a punto de llorar) y caminamos hacia el altar, iniciando el sendero de nuestro gran deseo, ser esposos y estar felizmente casados. El padre realizó una bellísima ceremonia, nos hizo una reflexión en torno a la vida, la muerte y el compartir a tiempo, el agradecimiento y el perdón, pero sobre todo para fortalecer, resistir y persistir en esta carrera en pareja que iniciábamos ante Dios, nuestros antepasados y ahora con quienes más amábamos y desearon con el corazón estar acompañándonos en dicho día, en el cual, también se celebraba el cumpleaños de mi padre. Las lágrimas surgieron con todo ello, eso sí, tratando en lo posible de no estropear el hermoso trabajo de mi madrina de honor, mis damas también lloraban (sobre todo mi hermana y cuñada) y algunos de nuestros asistentes sintieron esa energía bonita y de paz que la ceremonia dio. Así fue como recibimos el protocolo matrimonial, leímos nuestros votos, los míos, muy a mi estilo, dando puntadas desde el inicio, hasta la proyección del tejido de nuestro futuro, él lo hizo también a su manera, con jocosidad, humor y sus ideas puntuales, hasta me hizo una metáfora de los 8 emblemas de mi serie favorita, transformándolos en promesas por cumplir. Sucedió el “si alguien se opone, que habla ahora o calle para siempre” y surgieron risas, esas que ya saben que esto es para largo y que lo que queremos es seguir en el rumbo de la felicidad. Nos besamos, con la bendición dada del padre, y salimos de la mano con la felicitación de todos.
Los organizadores dirigieron a los invitados hacia la sala de espera, nosotros estuvimos en la primera sesión de fotos donde nos gozamos las locuras de nuestros damos y damas, y algunas con nuestra familia. Así es como nos preparamos para la segunda “boda”, la civil. Fue una sesión muy bella, donde la persona responsable de hacer dicho pacto legal, mencionó también su itinerario cuidadoso y bien preparado; después, vino la lectura del documento, la aceptación del vínculo, nuevamente el beso de recién casados, y las firmas tanto de nosotros como de los padrinos – testigos del hecho. Terminó y allí el resto fue la fiesta, que inició con la entrada de nosotros los recién casados, las palabras de mi suegra y de mi mejor amiga y el brindis, con el que sellábamos todo y dábamos paso a la celebración.
El show de Saxofón fue maravilloso y el almuerzo delicioso que los organizadores de Ana María Sierra sirvieron ese día, muchos de nuestros invitados estuvieron felices de recibir tan buen plato. Luego los “cup cakes” deliciosos que adornaban nuestra mesa fueron servidos y seguido colocamos los juegos para ganar el ramo y la liga. El primero fue llamado “cazar la oveja” donde escondimos unas figuras de ovejitas en algunos globos, que las solteras debían elegir y luego reventar para descubrir si tenían la oveja negra, la cual exponía a la ganadora… fue muy cómico porque en la primera pasada no hubo ganadora, pero en la segunda mi hermana tomó el globo que era. Los caballeros jugaron al tiro al blanco, unos con muchas ganas y otros con un poco de risas y diversión, al final, uno de nuestros buenos amigos y con quien ya tenemos más de una década, se ganó la liga y pues, que creen, se casó este año. Al terminar, se inició la rumba, y por ello, me transformé, como hacen las chicas mágicas en los animes famosos, mi vestido paso de ser el largo y acampanado, a uno pequeño y pomposo, eso sí, con sus bellas mariposas, y bailamos todos sin parar.
Las personas colocaban los sobres en la boca del Dragon-buzón que hicimos con mi esposo para ese día, y escribían sus buenos deseos en los emblemas que dejamos en la mesa. Ya estaba lloviendo fuerte, pero estábamos contentos y deseando que toda el agua que cayó ese día fueran nuestras bendiciones venideras, y a las 4:00 p.m. dimos por cerrado todo. Despedimos a nuestros invitados con abrazos, agradecimientos y muchas bendiciones, finalizando nuestra celebración en camino hacia nuestra noche de bodas en un hotel en la localidad de Teusaquillo, en la ciudad de Bogotá. A ustedes que leyeron este texto, les deseo de todo corazón que sus sueños de boda se cumplan y que, a pesar de los inconvenientes presentados, piensen en positivo, para que todas las cosas fluyan. Abrazos y lo mejor para todos.
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