El matrimonio de Diego y Luisa Fernanda en Manizales, Caldas

La crónica de nuestro matrimonio

Un día de no olvidar. Días anteriores no paraba de llover y yo solo le pedía a Dios que ese viernes hiciera un día espectacular y así fue. Contra viento y marea nos hizo un atardecer espectacular y no cayó ni una sola gota de lluvia.

Desde muy temprano estaba despierta, los nervios no me dejaron dormir (normal). En la mañana empezaron a llegar esas personas importantes y amigas del alma a organizarse junto a mí y ayudarme a respirar ja, ja, ja. La complicidad de cada una fue maravillosa, ver que compartían mi felicidad no tenía precio. Mis nervios empezaron aflorar más cuando terminaron de maquillarme y cuando mi suegro fue a llevarme el ramo ¡no lo podía creer, el día realmente había llegado!

Por fin se llegó la hora, las 4 de la tarde y ¡oh! por Dios, el padre no había llegado y nunca llegó. Se le había olvidado, menos mal ahí en la iglesia había otro padre y con mucho amor nos casó. La ceremonia fue maravillosa, con las personas que eran, el día perfecto y lo mejor de todo es que Dios estaba en medio. Las fotos con nuestro fotógrafo fueron muy divertidas y ver a mi esposo tan feliz pues triplicaba mi felicidad. La recepción fue mágica, cada detalle, cada palabra, un saxofonista que amenizó la noche, la comida todo absolutamente todo salió perfecto.