El matrimonio de Fabián y Dayanna en Bucaramanga, Santander

Mis padres llegaron y la madre de mi esposo llegaron al hotel, nos hicimos las fotos tradicionales de la bendición y algunas con nuestros hermanos. Salimos del hotel, me subí al carro de boda que lo manejaba mi padrino, quién estaba orgulloso de ser nuestro acompañante ese día. Llegué a la iglesia, temprano, no quería hacerme esperar, pero aun así, siempre te esperan, siempre la novia es la esperada, y al final, lo vi, vi a mi esposo en el altar y fui muy feliz, estaba muy guapo y nervioso, muy nervioso, pero muy feliz, lo notaba en sus ojos. La iglesia estaba hermosa, la misa fue inolvidable, más de lo que esperaba, las palabras del sacerdote, la brisa que por momentos nos acariciaba, cada detalle fue profundo.

Fueron muchos familares, a quienes les agradecemos, porque nos acompañaron en el momento más importante de nuestro matrimonio, la eucaristía. Rumbo al evento, ya como esposo, éramos felices, con las argollas puestas y una vida por delante juntos de la mano de Dios. El lugar del evento estaba radiante, la decoración, las luces acogedoras, las flores, todo era un sueño. Nuestro baile, ensayamos tanto para esa coreografía, y al final valió la pena, nuestra canción fue "Hasta mi final" de Ildivo, la letra tocó nuestros corazones ese día y el de los invitados también. De ahí en adelante recuerdo muchas risas, alegría, comida, fotos, baile y lágrimas de alegría. Todo fue hermoso, tal como lo soñé algún día.