El matrimonio de Fabian y Eliana en Santa Marta, Magdalena
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25 Oct, 2014La crónica de nuestro matrimonio
El día de mi boda fue algo mágico, pero en una montaña rusa de emociones.
Desde hace más de 6 meses venía planeando todo para esta gran fecha, mi matrimonio. Con ayuda de la maravillosa comunidad de matrimonio.com.co, inicié los preparativos, pensando en cada detalle, desde lo más pequeño hasta lo más dispendioso. Cada día soñaba como sería ese gran momento y fui creando con mis propias manos, muchas manualidades que hicieran de este evento algo único y especial.
De pronto el tiempo pasó de prisa y llegó el día esperado, parecía un día normal, pero no, dentro de mí un sinfín de emociones, revoloteaban y sé que para mi esposo el sentimiento era igual.
Desde tempranas horas de la mañana, comencé a ultimar todos los detalles de la recepción, a organizar todas mis cosas DIY, para llevar a la iglesia y al lugar de la fiesta.
Pero aun sin tener tiempo para pensar, llegó la hora del arreglo personal, las uñas, el maquillaje, el peinado, y también el arreglo de mi hermosa princesa, mi hija de 2 años quien fue mi pajecita. El tiempo corría y corría, debía encontrarme con mis padres en el salón de belleza, debido al mal tiempo, a fallas eléctricas en cerca de la mitad de la ciudad, mis padres no pudieron llegar a tiempo. En ese momento la tristeza, la melancolía, y la angustia, se apoderaban de mí, pensé que todo con lo que había soñada, se derrumbaba en un abrir y cerrar de ojos; sin embargo saqué el coraje y la fortaleza; me levanté y continué.
Seguir leyendo »Cuando ya el novio estaba en la iglesia, esperando por el amor de su vida, y con él sus padres, nuestros hijos y demás familiares, yo aún continuaba superando dificultades, como devolverme a mi casa a recoger el vestido, zapatos y accesorios, que debían llevar mis padres para poder vestirme; encontrarme en la puerta de mi casa sin llaves y posteriormente tener que vestirme sin su compañía. Todas esas vicisitudes fueron superadas, pues creo que el amor, es el poder más grande y mueve montañas; logré vestirme con la ayuda de mi mejor amiga y tomé mi ramo, que estaba hermoso por cierto. Ya estaba dispuesta a partir para la iglesia, pues no quería hacer esperar más al novio, quien estaba ansioso desde hacía más de 30 minutos en la iglesia.
En ese momento llegaron mis padres, la felicidad volvió a mi rostro; recuerdo que el cielo era gris debido a las lluvias que habían caído en horas anteriores, pero en ese momento todo volvió a tornarse color de rosa. Llegué a la iglesia y todos esperaban por mí. Allí otros problemillas se asomaron, pero nuevamente el amor triunfó. Nos casamos y luego de eso, a pesar de que en la recepción se presentaron otras dificultades, como falta de hielo y suficientes bebidas para los invitados, el baúl de la lluvia de sobres, y falta de avivador del fuego para mantener la comida caliente; nada, nada pudo borrar la sonrisa de nuestros rostros y la enorme felicidad que nos invadía y que no nos cabía en el pecho.
Los invitados estaban contentos y agradecidos por hacer parte de este momento mágico para nuestra familia, al igual que a nosotros se nos hinchaba el pecho de alegría por tener la fortuna de poder compartir con todas esas personas tan importantes en nuestras vidas de esa fecha tan especial, nuestra unión con la bendición de Dios.
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