El matrimonio de Jenniffer y Daniel en Envigado, Antioquia
De noche Invierno Blanco 2 profesionales
J&D
20 Mar, 2021La crónica de nuestro matrimonio
El día de nuestra boda, por lo menos desde mi perspectiva, estuvo con una mezcla entre ajetreo, estado de shock y emociones muy fuertes y bonitas.
Comencé el día un poco trasnochado, pues estuve toda la noche preparando una sorpresa que tenía para mi futura esposa y nuestra familia, quienes eran los invitados a la recepción. Nada más importaba en ese momento que tener todo listo y que, entre lo poco o mucho que hiciéramos, todo saliera perfecto en nuestra boda.
Me fui con mi papá en la mañana para la barbería, a la primera cita que tenían allí, para poder estar a tiempo para vestirnos, tomarnos las fotos y llegar a la iglesia. Fue el momento de hacer una pequeña pausa y de consentirme junto a mi papá, a la vez que nos alistaban para ese gran momento. De allí, salimos muy precisos de tiempo, pero suficiente para llegar a casa, ponernos los trajes y estar listos para las fotografías previas a la boda.
Mi madre y mi hermana ya estaban resplandecientes, con su maquillaje y hermosos vestidos. En cuestión de minutos, el fotógrafo y el camarógrafo llegaron a mi casa para comenzar con las fotos; entre una y otra, las palabras, miradas y abrazos de mis papás, mi hermana, mi abuela y mis tías, me hicieron aterrizar y salir del estado de shock en el que estaba, para dejar salir todas las emociones que tenía represadas y que, por toda la organización de la boda, no había sido capaz de liberar.
Seguir leyendo »2 p.m., ya era la hora de arrancar para la iglesia de San Marcos, en Envigado. Mi tía tuvo un hermoso detalle y fue el de decorar su carro y ofrecerse para llevarme hasta la iglesia... Y a las 2:30 p.m. ya estábamos allí: todos los arreglos florales estaban listos, incluidos los del carro que recogería a mi novia; solo faltaba ponerle un detalle al carro -que yo llevaba- y recibir los boutonnieres para mí, mi papá, mi suegro y mi cuñado -el padrino-, ¡y listo! El carro arrancó para la casa de mi novia, mientras yo recibía a los invitados en la iglesia, respiraba profundo y trataba de mantener la calma mientras la hora tan esperada llegaba.
3 p.m., ¡llegó mi novia! La mayoría de invitados ya estaban dentro de la iglesia y yo ya estaba frente al altar con mi mamá, esperando a que ella entrara. No me pude contener... Apenas la vi acercarse por el pasillo central, al ver semejante hermosura de mujer y al pensar que en pocos minutos seríamos esposos, ¡rompí en llanto de la emoción tan grande que me dio!
Fue una ceremonia muy sentida, presidida por un sacerdote que admirábamos mucho, en una de las iglesias que también había sido un sueño para ese gran momento y una amenización por un músico con una gran voz e interpretación. ¡A todos nos tocó el corazón!
Terminó la ceremonia y salimos de nuevo por el pasillo central, mientras los invitados nos tomaban fotos, nos sonreían y nos auguraban el mayor de los éxitos en nuestra nueva vida, ¡nos sentíamos como un par de famosos! Ya estando afuera de la iglesia, todos los invitados se fueron acercando para saludarnos más de cerca y tomarnos las fotos... Esta es la hora en que no sabemos quién nos saludó y quién no, y si hubo alguien que se quedó sin foto, ¡fue toda una locura! Pero muy emocionante.
Terminaron las fotos allí y el conductor del carro antiguo nos brindó una copa de champaña para brindar, para luego continuar con el recorrido hacia el lugar de la recepción: el hotel Entrebosques de Arví, en Santa Elena. Mientras íbamos para allá, varias personas en sus carros nos pitaban y nos felicitaban, fue algo extraño, pero también fascinante ver que hay muchas personas que creen en el amor y el compromiso hasta que la muerte nos separe.
El camino estuvo pasado por mucha agua, y al llegar al hotel no fue la excepción. Por ello, los planes cambiaron un poco, pero no impidió que pudiéramos pasar un rato agradable con nuestros seres queridos, nuestros núcleos familiares, al calor de una fogata y unos cuantos tragos de tequila.
Una vez cenamos, continué con la presentación de mi sorpresa para mi esposa y mi familia: un video con la recopilación de varios momentos en nuestro viaje a Villa de Leyva y Zipaquirá, en el que le pedí matrimonio, más específicamente en la Catedral de Sal, frente al altar de la iglesia principal.
Fue un día muy hermoso en el que, a pesar de algunos inconvenientes, estuvimos muy felices por esa gran decisión que tomamos y por haberla podido compartir con las personas más cercanas a nosotros, que aun hoy, 9 meses después, recordamos y nos hacen parar los pelitos por todo lo que vivimos, todo lo que implicó y todo lo que logramos y seguimos logrando, pues este es un hermoso proyecto que nunca termina.
¡Qué viva el amor!
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