El matrimonio de Joan Sebastian y María Lucila en Bogotá, Bogotá DC
De noche Otoño Rojo 2 profesionales
J&M
27 Ago, 2016La crónica de nuestro matrimonio
Nuestro gran día empezó como cualquier otro, estábamos muy tranquilos en la mañana: desayunamos, meloseamos como siempre, tuvimos un rato para pensar en todo lo que iría a pasar a partir del medio día, y llegadas las 12 del medio día, empezaron los nervios.
María debió salir a la peluquería a que la dejaran más linda de lo normal, y yo tambien salía con rumbo desconocido (para ella) y ya nos nos volveríamos a ver sino hasta cuando su señor padre me la entregara en la iglesia.
Mantuvimos contacto por teléfono en todo momento desde que salimos, ella estaba muy nerviosa, yo igual no lo voy a negar. Cuando llegue a mi destino, acompañado de mi cuñada, que fue mi cómplice para todas las sorpresas que tenía preparadas para mi ya casi esposa. Estábamos decorando la habitación de la noche de bodas, algo sencillo: flores, bombas, chocolates, pétalos de rosas, una botella de crema de whisky, y los nervios seguian creciendo; aún seguiamos escribiéndonos por teléfono.
Su angustia por que ninguno de los dos llegara tarde a la iglesia me divertía, pero al mismo tiempo me asustaba a mi también, no dejaba de repetirme en la cabeza "por favor que no nos retrasemos", mientras terminaba de ponerme mi traje.
Seguir leyendo »Ya por fin estando listo nos habían llegado las 4:30 de la tarde y solamente nos quedaba salir camino a la iglesia, ¡cuanta ansiedad!, por fin estaba sucediendo, estaba en camino a mi cita más importante con la mujer que más he amado y no le queria fallar; ella todavía más ansiosa que yo no dejaba de repetirme por teléfono "por favor no llegues tarde" estando ya subida en ese maravilloso Ford 1935 color rojo que solo podía ver por fotos, y que ya iba camino a la iglesia con mi novia.
Mi suerte no podía jugarme más sucio, desde el momento que salí de la habitación supe que iba a retrasarme, los embotellamientos eran horribles y el transporte se me había dificultado en el momento menos oportuno, y justo como María lo habia dicho, ya estaba retrasado. A 30 minutos de empezar la ceremonia, la novia ya había llegado en su vehículo de ensueño a la puerta de la iglesia con todos sus familiares y conocidos, pero el novio aún no llegaba.
Milagrosamente y con ayuda de Dios, que le dio un sentido de velocidad al taxista, pude llegar en apenas 10 minutos, logre colarme a tiempo en la iglesia sin dejar que me viera la novia, y tambien cuidando no verla por accidente antes de que empezara todo, para conservar la tradicion.
Mi mamá, hermosa mujer que nunca me ha dejado solo, ya estaba esperándome cerca al altar, que estaba lleno de flores (las flores favoritas de María, rosas rojas y lirios blancos) para darme su bendicion, en compañia de mi abuela y mis hermanos; ella me entregó el ramo y esperó junto a mi en la mitad de la iglesia.
Entonces sonó al fin la marcha nupcial, ella se acercó a la entrada subida en el carro rojo, su papá la ayudó a bajar, la tomo de gancho, y por fin, despues de 8 largos meses de espera, al fin la vi caminar hacia mi en su vestido blanco. Santo Dios, ¿esa es Maria?
Todo el interior de la iglesia resplandecía con su llegada, en ese momento ya no había nadie más, solo estábamos ella y yo, separados por unos metros sobre el tapete rojo de una iglesia; no había música, no había nervios, no había dudas, no había más nada, solo ella y yo mirándonos fijamente, igual de asombrados (yo más, ella siempre ha sido hermosa, pero en ese momento, ¡guau!). Se puso delante de mi, mi mamá y su papá nos dijeron sus palabras de apoyo, para amarnos y respetarnos mutuamente, ella intentaba poner el azar en mi saco con las manos temblorosas, incluso se le cayó un par de veces, mi mamá le ayudó y por fin la tome de gancho y caminamos hacia el altar juntos, ante la mirada de todos los feligreces que asistieron a la ceremonia.
Estábamos ahí los dos, frente al altar, escuchando al Padre decirnos que nos relajaramos, que desde ese momento, ya éramos esposos, y solo quedaba entregarle a Dios nuestra ceremonia para recibir esa bendición. El Padre nos ayudó en todo, fue muy paciente, ante los nervios nos explicó absolutamente todo lo que debiamos decir y hacer, y nos guió en todo momento.
Nunca nos puidimos imaginar, ni Maria ni yo, que nuestra ceremonia se fuese a celebrar subidos en el altar junto al Padre, nos sentimos como invitados especiales, éramos los invitados especiales de Dios a su casa, y desde los votos, la entrega de anillos, hasta nuestro primer beso, todo lo hicimos, junto a Dios estando en el altar, fue mágico, y lo sentimos a Él tocando nuestro hombros mientras todo sucedía.
Finalmente acabó la ceremonia y ya estabamos casados a los ojos de Dios, había sucedido, tenía conmigo al amor de mi vida, estabamos unidos para siempre, mi alegría no tenia limite, los nervios desaparecieron, solo podía pensar en nosotros dos y en la vida que nos esperaba juntos. Compartimos unas fotos juntos con todos los invitados, unas palabras de felicitaciones, nos subimos al vehículo en compañia de mi hermana menor, nuestra fotógrafa, y partimos rumbo al restaurante donde seria la recepción.
El chofer fue muy gentil, un joven muy amable y alegre, con el que pasamos un momento muy divertido mientras estábamos en camino, hubo muchas fotos, muchas risas, una caravana interminable de otros carros haciendo sonar su bocina y gritando como locos, fue muy divertido ser el centro de atención por toda la ciudad en esos escasos 20 minutos.
Al fin estando cerca del restaurante, nos tomamos un buen tiempo para disfrutar del vehículo y tomar mil y una fotos en todas las poses posibles y de las formas más divertidas y extrañas que se nos hayan ocurrido, y ya habiéndonos divertido lo suficiente, volvimos a subir y fuimos hacia el restaurante; el chofer fue muy servicial nos encantó su servicio, realmente quedamos muy contentos con el servicio.
Entramos al restaurante y nos recibieron de nuevo con la marcha nupcial, mientras subiamos las escaleras que estaban llenas de flores y velas, fuimos recibidos con aplausos y silbidos, estaban todos tan felices omo nosotros y fue muy lindo ver a tanta gente ahí con nosotros. Después de la euforia, llegó el momento de nuestro primer baile juntos.
Escogí en secreto para el vals una canción que ella ama, "Amarte por mil años", una adaptacion en español de una cancion muy conocida compuesta por Alejandro Rangel y Brigite Melendez... ese momento fue indesriptible, nuevamente desapareció el mundo, solo estabamos los dos y no importaba nada, solo ese sencillo baile junto a ella, con los ojos cerrados, escuchándola respirar, y con lágrimas de felicidad, en los ojos nos besamos mientras seguiamos bailando, nunca olvidaré ese beso.
Bailamos también con nuestros padres, nuestros hermanos nuestros padrinos de bodas y volvimos a bailar nosotros al final de la canción, estando todos conmovidos nos sentamos y empezamos a comer. Compartimos un momento con cada invitado para hablar, agradecerles su presencia y tomarnos unas fotos.
La entrega del ramo y la liga se hizo por rifa, el ramo lo ganó Diana Muñoz, mi cuñada y hermana mayor de María, que nunca habia ganado el ramo en todas las bodas a las que ha asistido, nos dio mucha alegria por ella, su felicidad nos llenó el alma, y la liga la tuve que quitar con la boca y estaba bastante subida para que se me hiciera dificil sacarla, fue graciosísimo, pero finalmente la rifamos y la ganó Andrés, un amigo mío muy querido de la infancia, lo obligué a que se la pusiera en la cabeza durante toda la noche.
Hicmos el brindis, nos dimos un buen banquete (una comida deliciosa que casi nos gana al apetito) compartimos el pastel de bodas, y ya pasando la medía noche fue momento de despedirnos de todos, tomarnos unas últimas fotos y salir camino al hotel. Dejamos atrás el recuerdo de una de nuetras mejores fiestas juntos.
Como es tradicion, entre con María en brazos a la habitacion y ... bueno, ¡lo demas lo dejaremos para nosotros dos!
La alegría de estar casado con quien uno ama es una sensación que muy pocos pueden experimentar, pero es algo que no cambiaría por nada del mundo, mi más grande aventura ha sido emprender el viaje de la vida junto a la mujer que amo, y nuestros retos de aqui en adelante los afrontaremos como siempre lo hemos hecho, tomados de la mano y bajo la mirada de Dios.
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