El matrimonio de Yosneider y Lilián en Valledupar, Cesar

Mi padre estaba listo y yo también, mientras llegaba el carro a buscarnos nos tomamos algunas fotografías y los nervios empezaban a hacer efectos, al ver que eran las 9:45 am y no llegaba. ¡Detesto la impuntualidad!

Finalmente, llegó y partimos hacia la capilla. Allá me encuentro con un desastre: los músicos que habíamos contratado no habían llegado y la música que solicité era para la entrada. Llegaron cuando todavía no me había bajado del carro a improvisar y a tocar algo distinto a lo que pedí. Eso me desanimó muchísimo, pues no pensé que había personas que alardearan tanto de su trabajo y fueran tan deshonestas e irresponsables. Y ni qué decir de los servicios de la capilla: cobraron un aire acondicionado que tenía el lugar caliente. Pero, a pesar de esos detalles, en el altar estaba el hombre de mi vida esperándome, mientras yo iba del brazo de mi papá. Fue algo extraordinario verlo ahí, ansioso por tomarme de la mano. ¡La ceremonia fue muy bella!

Una vez terminó la primera fase de mi gran día, nos trasladamos hacia la recepción para compartir el almuerzo con nuestros amigos más cercanos y familiares. Cuando llegamos quedamos con un sinsabor, porque el cóctel de bienvenida estaba feo y no sabía a nada, la mesa de dulces tenía unos dulces infantiles (y salió bien costosa), la comida no fue la que pedimos y la organizadora no había puesto siquiera música. Eso me tenía muy molesta y me sentía profundamente decepcionada al ver que el momento más importante para mí no era lo que había planeado durante meses.

Rifamos el ramo, la liga y reproducimos el vídeo de nuestra pre boda, eso fue lo que salvó el día, pues en él ambos contábamos nuestra historia de amor desde que éramos niños.

Una vez culminado, partimos hacia el hotel en donde pasaríamos nuestra noche de bodas. Pienso que esa estadía calmó mis ánimos, pues todo fue muy distinto.

Pero más allá de todos los inconvenientes, de los momentos desagradables, había unido mi vida al hombre más increíble de todos, al más amoroso, el que siempre tiene las mejores palabras para devolverme la paz. Lo más importante es que estamos juntos, porque Dios, la vida y el destino así lo han querido, tal como lo soñé cuando era una niña.